PALOMITAS Y ACCIÓN… ‘OFICIAL Y ESPIA’
Roman Polanski presenta un thriller de época rodado con esmero y escrupulosidad. En él recrea los detalles de un caso significado de la historia militar del país vecino que se remonta a finales del siglo XIX. Ese interés por no dejar cabos sueltos, provoca una cierta ralentización narrativa, particularmente perceptible en los compases iniciales, lo que compensa conforme avanza la trama. A ello une una dirección artística sobresaliente y un largo elenco de destacados intérpretes del cine francés que están a la altura.
En 22 diciembre de 1894, Alfred Dreyfus, un joven capitán de origen judío, es condenado a cadena perpetua por espía y degradado públicamente pocos días después. Deberá pasar el resto de su vida en la pequeña isla del Diablo (Guayana Francesa). Cuando uno de sus mentores, el coronel Georges Picquart, se hace cargo de la unidad que formuló la acusación, comienza a encontrar serios indicios que apuntan a la inocencia de quien fuera alumno suyo, pero destapar un error de ese calibre no será una tarea sencilla porque supondría manchar la reputación de las altas instancias del Ejército.
Desde que empieza la investigación, la intriga toma un cariz verdaderamente interesante en la que el osado y honesto protagonista se juega el puesto y su integridad en nombre de la verdad. Se representa nuevamente la lucha de David contra Goliat, si bien con tal habilidad y elocuencia que invitan al espectador a extraer una lectura actual. Acompaña las pesquisas de algunas pinceladas sobre su romance con una mujer casada al que dedica demasiada atención.
Añade paulatinamente elementos inquietantes vinculados a los tentáculos sibilinos de quienes ostentan el poder armado del Estado, que van emergiendo sin la tentación de recurrir a artificios innecesarios. Su riguroso tratamiento confiere a varias secuencias unas aceptables formas teatrales, en mayor medida al tomar las hechuras de un drama judicial en el tramo final, del que se sirve a la hora de rubricar el relato con un mensaje contundente y vigente todavía hoy.
Tanto en los espacios interiores como al trasladar la acción a las calles de París, se aprecia la impecable labor de cuantos han participado en el diseño de producción. Por otro lado, la banda sonora del prestigioso compositor Alexandre Desplat queda en un segundo plano y se limita a subrayar, sin deslumbrar, el contenido de las imágenes.
Jean Dujardin (The Artist), completa un fenomenal trabajo, perfectamente secundado por actores de nivel: Louis Garrel, Vincent Pérez, Mahieu Amalric, Emmanuelle Seigner, Michel Vuillermoz, Denis Podalydès, etc.
Aunque se antoje chocante a priori, resultaría idóneo programar una sesión doble de este estreno con Richard Jewell.
Redacción queenmalaga.es
José Antonio Díaz